En una sesión plenaria celebrada en el 14 de diciembre de 2007, Antonio Rivera, actual viceconsejero de Cultura y presidente de la Comisión Asesora de Arqueología, pedía «tiempo, protección y visión» para «determinar si la riqueza de restos comprobada se extiende a partes hoy colmatadas y cerradas de la cueva que aún se desconocen». El actual viceconsejero proseguía: «Se demanda protección porque la actividad extractiva de la cantera que tiene encima, las vibraciones y filtraciones a que da lugar, pueden poner en peligro, en principio, los restos parietales localizados hasta el presente y los que pudieran aparecer en un futuro».
Las galerías de la cueva siguen hoy por hoy llenas de sedimento arqueológico, no se puede determinar su alcance. A pesar de ello, el borrador del nuevo decreto, que estudia el Gobierno de Lakua, plantea fijar las áreas de protección a partir de las galerías ya examinadas (marginando, por tanto, la posibilidad de estudiar cuál es su contenido) y tampoco se menciona ninguna posibilidad de parar la actividad de la cantera, aunque en 2007 el propio Rivera considerara que el nivel de protección determinado por el decreto 120/2007 (el que será modificado ahora) «no parece ser el adecuado ante este caso». Por aquel entonces, no cabía ninguna discusión sobre que «la protección actual no sirve para mantener el entorno de la ladera que todavía no se ha comido la cantera», y añadía, «Lo que puede estar ahí, todavía no a la vista, puede estar ahí».

Las iniciativas presentadas por los grupos partidarios a la conservación íntegra de la ladera recabaron cientos de apoyos de expertos vascos e internacionales. Hoy en día, quizá no sean de gran valor para el Departamento encabezado por Blanca Urgell, pero en su día fueron defendidos con tanto furor como la que mostraban sus promotores. Aquél diciembre de 2007, Antonio Rivera preguntaba a la anterior consejera de Cultura Miren Azkarate: «¿Quién le falta en esta lista de profesionales vascos y no vascos? Es decir, ¿qué persona prestigiosa, que pudiera decir algo al respecto de esta cuestión que aquí nos ocupa, le falta en este listado, larguísimo y, sobre todo, de altísima calidad?».
Paralizar la actividad de la cantera
El 21 de noviembre de ese mismo año, en la Comisión de Educación y Cultura, otra compañera de grupo, Isabel Celaá, acusaba a Azkarate de gestionar el asunto «con precipitación y ligereza» y exigía la «suspensión de la actividad» de la cantera de Sasiola al tiempo que se preguntaba, «¿quién de manera cabal haría unas condiciones que por la vía práctica permitieran hacer avanzar un elefante dentro de una tienda de porcelana?». «¿Quién le dice a usted que lo que está estableciendo de cinturón de protección es lo correcto? -seguía-. Es decir, ¿cómo podemos normar sin tener un estudio científico previo?, ¿sobre qué bases?. ¿Quién nos dice qué estamos protegiendo?. Y, mientras tanto, el elefante sigue avanzando en la tienda de porcelana». Y sentenciaba: «No es normal que siga la actividad de nada menos que una cantera, colindando a todas esas áreas».
En 2007, Celaá lo tenía muy claro: «Si ponemos en la balanza lo que va antes, es la protección del bien cultural. Eso es lo primero». Casi dos años después, no cabe duda de que ni la cantera va a paralizar su actividad, ni que la conservación del patrimonio cultural será la prioridad en la modificación del nuevo decreto.
«Nos parece terrible que no se permita disponer de más de dos horas para visualizar una galería que acaba de aparecer. Nos parece terrible que Praileaitz II haya desaparecido engullida por una cantera. Nos parece increíble que Praileaitz I esté siendo sometida todavía a todas estas voladuras y filtraciones de agua», añadía. Y un año más tarde, ante la Comisión, seguía defendiendo las mismas ideas: «Ya pudimos valorar la vez pasada que, efectivamente, la destrucción de cada trozo de ladera que se come la cantera, con cada voladura y cada corte realizado por las máquinas, es irreversible».
Jean Clottes y su informe
En abril de 2008, el anterior Gobierno tripartito encargó al experto francés Jean Clottes la elaboración de un informe que marcara las líneas de protección que se deberían de aplicar en Praileaitz y su entorno. Entre las conclusiones de este trabajo, destacaba la recomendación de proteger la cueva en un perímetro de 500 metros, lo que supondría de facto la paralización de la cantera. Hoy en día, esa cifra no se acerca ni de largo a lo que plantea el Gobierno para el nuevo decreto.
«¿Por qué no se amplía el nivel de protección a los quinientos metros en vez de a los cincuenta?», se preguntaba Celaá el 13 noviembre de 2008, en otra Comisión de Educación y Cultura. «¿No le parece civilizado tratar de mantener quinientos metros, cuando hay siquiera una posibilidad de poder encontrar algunos rastros que nos expliquen nuestro pasado?», seguía. «Si nos dice (Clottes) que el radio de protección debiera ser el de 500 metros y nos habla de que la excavación arqueológica debe permanecer…, no entendemos por qué se llega a afirmar que no es posible y no se conoce en qué dirección modificar el decreto».
La ladera, por su parte, seguirá siendo protegida por la Ley de Costas, aunque hace dos años no se planteaba lo mismo: «¿Por qué ha sido precisamente la Ley de Costas, la Agencia Vasca del Agua, la que nos ha protegido la ladera, (…) y no una actuación del Departamento de Cultura?», se preguntaba entonces la actual consejera de Educación.